Los anticuerpos monoclonales, algunos ya disponibles para el tratamiento de las alergias y el asma, son medicamentos de altísima innovación que suponen el 30% de todos los compuestos en investigación clínica.
Si somos capaces de inmovilizar las balas del enemigo, podremos controlar y evitar las consecuencias del mismo.
Durante la respuesta alérgica se produce una elaboración de anticuerpos del tipo E, también llamados inmunoglobulina E o simplemente IgE.
La IgE es la responsable de gran parte de las consecuencias para el paciente alérgico
Desde la investigación de laboratorio y de la clínica se ha llegado a elaborar medicamentos cuyo mecanismo es bloquear la inmunoglobulina E.
En 2005 la Agencia Europea del Medicamento (EMEA) aprobó el uso en humanos del omalizumab.
Se trata de un anticuerpo bloqueador de la inmunoglobulina E que reduce la cantidad de éste anticuerpo en sangre y modifica también otros glóbulos blancos que intervienen en la respuesta alérgica.
Los tratamientos biológicos cubren el hueco donde los medicamentos tradicionales no son tan efectivos para los pacientes graves..
Más de 70.000 pacientes de todo el mundo han recibido éste tipo de tratamiento desde su aprobación, comprobándose que se disminuyen las visitas a urgencias en más del 60% y las hospitalizaciónes en el 30% de los casos.
Pero no es solo el asma el objetivo de los medicamentos biológicos. Otras enfermedades alérgica como la dermatitis atópica, la urticaria, la esofagitis eosinofílica o la rinosinusitis están entre los objetivos a corto plazo.
Los medicamentos biológicos que bloquean otras moléculas como la interleukina 5 o la interleukina 13 ofrecen nuevas alternativas para los enfermos alérgicos.