Parece lógico pensar que las alergias a alimentos se desarrollan al ingerir la comida y ponerse en marcha el sistema inmunitario. La novedad es la evidencia de que la alergia a alimentos empieza en la piel. Y esto es especialmente cierto en los pacientes con dermatitis atópica (o piel atópica).
La alergia a alimentos es una epidemia (bastante cara)
Las reacciones alérgicas a alimentos son cuadros que pueden ser graves: hasta el 40% de los pacientes han tenido una reacción que potencialmente ha puesto en peligro su vida. Imagina la preocupación de los padres y del resto de la familia.
Y además un tercio de esos niños tienen alergia a múltiples alimentos. En el supermercado es una pesadilla. Hay que estar mirando todas las etiquetas. Estar atentos en cualquier momento.
No solo es peligroso, sino que también es caro. Se calcula que una familia europea con un niño alérgico a alimentos gasta casi 800 euros más que las familias donde no haya alérgicos.
Se altera el sistema inmunitario del niño
Las alergias son enfermedades del sistema inmunitario que tienen muchas caras y muchas de ellas a la vez. El enfermo alérgico puede sufrir de dermatitis atópica o “piel atópica”, alergia a alimentos, asma y rinitis alérgica. Incluso se pueden dar todas a la vez. La unión entre todas es evidente y muy estrecha.
La alergia a alimentos es mucho más frecuente en niños con dermatitis atópica, una enfermedad muy común entre los más jóvenes. Hasta 1 de cada 3 niños padecen dermatitis atópica o piel atópica. Significa que en una clase de 30 alumnos hay 10 de ellos con “piel atópica”. Por eso es la enfermedad crónica de la piel más frecuente en niños.
Otras enfermedades alérgicas muy habituales en los hijos son el asma (1 o 2 de cada 10 niños) y la rinitis alérgica (4 de cada 10).
Todo comienza en la piel: la marcha alérgica
La marcha atópica o marcha alérgica es la evolución desde la dermatitis atópica hacia el desarrollo de alergias alimentarias, asma bronquial o rinitis alérgicas. Se empieza por la piel y más tarde aparecen otras enfermedades alérgicas.
Si el niño comienza con problemas graves de atopia en la piel de forma temprana (durante los 3 primeros meses de vida), aumenta el riesgo de sufrir alergia a alimentos. Hay estudios donde hasta el 50% de los niños con dermatitis atópica grave desarrollaban alergia al huevo, cacahuetes o semilla de sésamo con un año de edad.
Cada mes que pasa el niño con piel atópica se ha visto que aumenta el riesgo a desarrollar alergia alimentaria. La duración de la dermatitis atópica es por tanto un factor importante, a la vez que la gravedad del eczema.
Este es el mecanismo
En los pacientes alérgicos el sistema de las defensas está mal ajustado. Y la piel es la puerta de entrada por donde penetran los alérgenos alimentarios. En los pacientes con dermatitis atópica la función de barrera de la piel alterada. Esto facilita la entrada de irritantes, bacterias y virus, así como alimentos.
Se ponen en marcha un ejército de glóbulos blancos del cuerpo humano conocidos como linfocito 2 colaborador (Th2). Y lleva a formarse anticuerpos contra los alimentos y los alérgenos ambientales como el polen o el polvo.
El sistema inmunitario tiene muy buena memoria: las defensas se acordarán en las siguientes exposiciones al alimento. Con muy poca concentración del alimento se podrá poner en marcha todo el ejército que llevará a la reacción alérgica.
¿Qué se puede hacer?
Sería lógico pensar que si conseguimos disminuir la gravedad y la duración de la dermatitis atópica potencialmente podríamos reducir la incidencia de alergia alimentaria.
Interviniendo en la inflamación en la piel estamos cerrando la puerta a la entrada de alérgenos alimentarios ambientales. Reduciendo esta exposición conseguiríamos prevenir la sensibilización y posterior desarrollo de alergia alimentaria.
Los hidratantes son capaces de reducir la dermatitis atópica aumentando la hidratación de la piel. Emolientes que contienen ceramidas durante 6 meses han demostrado una reducción en la dermatitis atópica y la sensibilización a alimentos.
La dermatitis atópica no es solo un defecto de barrera, sino también un proceso inflamatorio. Hay que tratar la inflamación para proteger el desarrollo de alergia alimentaria. Los tratamientos proactivos con corticoesteroides antiinflamatorios en la dermatitis atópica disminuyen la inflamación en la piel. Esto se ha visto que se asocia con una importante reducción en la sensibilización a alimentos en niños con dermatitis atópica moderada y grave.