La piel mide unos dos metros cuadrados de superficie y está habitualmente cubierta de bacterias, hongos y microorganismos. En el antebrazo puede haber hasta 44 especies de estos invitados.
Estamos colonizados por más de 100 trillones de microbios en el cuerpo
Afortunadamente no penetran al interior gracias a la piel y a su complejo sistema de las defensas que impiden avanzar a éste ejército. Si la puerta queda abierta porque la barrera esté dañada, se facilita la penetración al interior y se producen las temidas infecciones.
Es lo que ocurre en la dermatitis alérgica o atópica, enfermedad muy compleja donde está alterada tanto la estructura como el funcionamiento de la piel. El mecanismo de barrera de defensa frente al exterior está dañado y se facilita una excesiva pérdida de agua en la epidermis.
La consecuencia es la conocida intensa sequedad y picor de la piel. Y si la puerta está abierta, los aprovechados y oportunistas gérmenes tienen vía libre para entrar.
Una opción novedosa al tratamiento de la piel atópica es añadir cloro al agua del baño. El mecanismo detrás de esta idea es la función antiséptica del cloro.
El hipoclorito de sodio tiene actividad antibacteriana en la epidermis sin dañarla ni alterar su pH. Los baños con agua pueden hidratar y relajar al enfermo, pero la lejía puede tener efecto antiestafilocócico y desinfectante.
Se ha comprobado en estudios que niños con dermatitis atópica que se bañan en agua con lejía diluida disminuyen la cantidad de s.aureus en la piel y mejoran la gravedad de sus eccemas. El efecto fue que tuvieron que usar menos cremas de corticoides y antibióticos para el tratamiento de la piel.
No obstante, la supuesta acción antibacteriana de los baños con lejía diluida se ha puesto en duda en algunos artículos científicos. Se ha comprobado en el laboratorio que la lejía diluída no inhibía el crecimiento de los estafilococos, aunque la comparación de la piel con una placa de laboratorio supone contemplar variables que pueden alterar los resultados. Para explicarlo se ha propuesto un efecto antiinflamatorio de la propia lejía, además de un efecto oxidativo sobre residuos de cisteína que mejorarían la piel.